El niño
atrofiado es que ha comprado un departamento con vista a la ciudad. El lugar,
el depa lo compró con el dinero sucio de cualquier negocio. El niño atrofiado
está en la terraza, y toma de la botella, y la botella es dura y edificante.
Nadie podría paliar esta sensación como de absoluto, nadie o muy pocos. El
atrofiado se sabe superior, y mira con desprecio la ramplonería de los idiotas,
abajo. Sus pequeñas fantasías, sus zozobras de mierda. Ah, pero desde arriba...
Desde arriba se puede mirar con un rencor teológico el mundo,
como lo haría un taumaturgo encarnizado o insaciable. El niño atrofiado quiere
saciar un apetito, se siente feliz y umbrío, a la vez. Imagina los carros
chocando, imagina la gente gritando, imagina la gran pereza de los muertos,
sonrientes en la calle. El niño atrofiado recuerda sorpresivamente que tiene
poderes ambiguos y negros. Entonces: se concentra. Los carros empiezan a
desviar; es el pánico de los conductores subyugados por un pánico blanco,
suspenso, asombrado. ¿Por qué no pueden controlar sus automóviles? No pueden
controlar sus automóviles sencillamente porque el niño atrofiado los controla
a ellos.
Descripción breve: una niña sale por el vidrio delantero y termina en la calle; una esposa incurre en un ataque de nervios al ver a su esposo yerto y sin dientes; un adolescente tiene entre brazos a su novia mutilada; y cosas por el estilo. Hay un vaivén de sangre abajo, que el niño celebra con una botella de whisky caro. Es lo único que puedo hacer para cambiar la existencia quejosa y simple, se dice el niño atrofiado. Todo está en crear oquedades, obturar cualquier superficie de realidad. Oigan la risa del niño atrofiado.